Crónica de una cuidadora agotada
Acompañar a alguien que amamos en una enfermedad larga no es una tarea que se elige. Sucede. Y cuando sucede, no hay manual ni entrenamiento previo que alcance. Durante más de una década, acompañé a Roberto, el padre de mis hijos, atravesando cada etapa de su enfermedad. Recorriendo hospitales, haciendo malabares con mis emociones y responsabilidades, y sobre todo, aprendiendo a sostenerme sin perderme en el camino. En este post quiero contarte una historia muy personal, una escena cotidiana que me marcó para siempre. Tal vez te veas reflejada, tal vez no. Pero si alguna vez sentiste que no podías más y seguiste igual, entonces esta historia es para vos. El ritual de la rutina y las lágrimas ocultas Roberto estaba internado en un sanatorio privado, a hora y media de casa. No le gustaba la comida hospitalaria, así que todos los días le preparaba su vianda. Salía de casa con el tupper, tomaba el colectivo, le daba de comer, le hacía compañía por varias horas, y recién muy tarde v...